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01/12/2019

Recomendaciones para reducir la corrupción

Autor: Jorge E. Lazarte Molina

 

Señor Presidente:

En más de una ocasión he oído hablar de su deseo por acabar con la corrupción; pero no he oído hablar todavía de la forma en que lo logrará. Considerando que, de una u otra manera, todos somos parte en esta lucha; me permito hacerle llegar algunas recomendaciones sobre la base de mi experiencia como víctima y testigo de diversos actos de extorsión.

 

Debemos empezar por sincerar nuestro objetivo, porque es utópico. Acabar con la corrupción es como poner fin a la delincuencia o la deshonestidad. Podemos reducir el crimen y castigarlo cuando lo detectamos, pero debemos aceptar que convivimos con delincuentes, como en todas partes del mundo, y que acabar con el delito es un imposible que no se condice con la naturaleza ni la historia.

 

Aceptar esta realidad no significa en lo absoluto resignarse a ella. Por el contrario, nos permite ser conscientes de la dimensión de nuestro problema para resolverlo adecuadamente. Desde esta perspectiva, sabremos que no acabaremos con la corrupción, pero que podremos reducirla significativamente si logramos entender las dos situaciones en las que se genera. Primero, aquellas en que las personas o empresas ceden a actos de corrupción para acceder a lo que tienen derecho y que por ley les corresponde. Segundo, aquellas en que la corrupción sirve como un medio para acceder a lo que no se tiene derecho o que por ley está prohibido.

 

Esta última forma de corrupción es la más difícil de combatir porque se gesta en una premeditada clandestinidad, donde las personas confabulan dolosamente para defraudar al Estado, buscando obtener algo que no les corresponde. Esta corrupción se mantiene oculta entre malhechores que son parte de la sociedad, como los rateros, estafadores y violadores; a los que sólo podemos castigar cuando los encontramos delinquiendo, pero que nos atormentan siempre.

 

La primera forma de corrupción, en cambio, puede combatirse más fácilmente si logramos entender que su principal foco de desarrollo radica en la burocracia gubernamental y en el abuso de autoridad. Cada trámite burocrático que realiza una persona ante una entidad del Estado es un ambiente propicio para la corrupción. Cada acto abusivo de poder es un mecanismo de extorsión para los funcionarios corruptos. Si coincidimos en esto nos será más fácil comprender las siguientes recomendaciones:

 

1.- Debemos fortalecer el equipo de eliminación de barreras burocráticas del Indecopi, con la finalidad de reducir al mínimo sus tiempos de respuesta. Si una empresa enfrenta una exigencia ilegal y decide denunciarla, podría demorar hasta dos años en obtener una resolución firme. En todo ese tiempo la empresa podría encontrarse expuesta a múltiples riesgos de corrupción a cambio de evitar la burocracia estatal. Si el Indecopi pudiera coadyuvar a que las empresas sorteen en cuestión de días las barreras burocráticas ilegales e irracionales que enfrentan, esta forma de corrupción desaparecería.

 

2.- Debemos fortalecer a los equipos de fiscales de prevención del delito y asignarles funciones específicas, de manera que puedan acudir de manera inmediata y dar una opinión previa cuando se presenta un acto de abuso de autoridad. Si un inspector municipal clausura un local comercial ilegalmente y no existe un fiscal que presencie el hecho y deje constancia de su postura frente al abuso; las empresas se verán expuestas a todo tipo de requerimientos ilícitos para levantar la medida de clausura, mientras sufren cuantiosos daños económicos.

 

En la actualidad, Indecopi cuenta con menos de treinta personas dedicadas a eliminar barreras burocráticas; y pensar en sacar a un fiscal de prevención del delito de su despacho no es más que un sueño. Con estas dos recomendaciones de fortalecimiento institucional, las personas tendrían a quien recurrir cuando se vean expuestas a riesgos de corrupción para evitar que ésta se produzca. No acabaremos con la corrupción, pero la reduciremos enormemente.