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01/08/2019

Matando moscas con bazucas

Autor: Jorge E. Lazarte Molina

Un muchacho en una patineta arrolla accidentalmente a una mujer, y la Municipalidad de San Isidro decide suspender el uso de patinetas en todo el distrito.

 

Un edificio se incendia en el centro de la capital, y la Municipalidad de Lima decide clausurar todos los comercios en un radio de 20 manzanas como medida de prevención.

 

Un autobús se incendia en un terminal informal, y al día siguiente la Municipalidad de los Olivos clausura todos los terminales formales bajo su jurisdicción.

 

Un cambista es asaltado por un par de sujetos en una motocicleta, y el alcalde de Miraflores propone restringir el transporte de más de una persona en estos vehículos.

 

Se produce un robo en un local comercial, y la Municipalidad de Magdalena obliga a instalar cámaras de vídeo vigilancia en todos los locales comerciales del distrito.

 

Se percibe que hay mucha inseguridad, y la Municipalidad de Lince prohíbe el funcionamiento de establecimientos comerciales después las 11 de la noche y antes de las 8 de la mañana.

 

El alcalde de la Molina advierte que el tránsito vehicular es muy denso, y propone no otorgar nuevas licencias para evitar el desarrollo de nuevas construcciones por los siguientes 8 años.

 

El aeropuerto internacional más importante de nuestro país omite colgar un cartel con un anuncio contra la discriminación, y la Municipalidad del Callao decide clausurarlo.

 

Los niños y adolescentes engordan, y el Ministerio de Salud restringe la publicidad de diversos productos y obliga a colocar advertencias para desincentivar su consumo.

 

La gente con poco civismo tira la basura a los ríos y mares, pero en lugar de generar conciencia y fomentar el reciclaje; se prohíbe la fabricación, uso y consumo de bolsas y utensilios de plástico.

 

Se incendia un centro comercial y el Congreso crea un trámite para renovar cada dos años certificados de seguridad aplicable a todos los establecimientos del país, generando obligaciones y costos que terminan sirviendo para nada y que no reducen los incendios.

 

¿Qué tienen en común todos estos sucesos ocurridos en nuestro país? Todos ellos son productos de una regulación anecdótica o reactiva; que es producto del ímpetu generado por un determinado suceso espontáneo; y no de un análisis racional que debe tener toda solución que pretenda ser impuesta por una autoridad.

 

El problema de este tipo de regulación es que, al verse motivada por la premura en hacer algo y el interés político de quienes buscan evitar la frase “no hizo nada”; termina generando medidas desproporcionadas que resultan ineficaces para mitigar los riesgos de que situaciones similares se repitan.

 

La regulación impulsiva que busca limitar la libertad de las personas para acabar con algunas conductas no deseadas, es hacer pagar a justos por pecadores; y no es así como se debe legislar. El exceso de regulación limita el progreso y el desarrollo de las personas y empresas, y afecta nuestra calidad de vida.

 

Sobre regular intempestivamente pensando que con ello se evitará que sucesos no deseados se repitan, es como disparar una bazuca para acabar con las moscas que nos molestan. La explosión sólo generará daños irreparables, y no evitará que las moscas regresen.